OPINIÓN: Puerto Rico quiere comer 100% local, pero es muy costoso

OPINIÓN: Puerto Rico quiere comer 100% local, pero es muy costoso

Imagínate entrar al supermercado con ganas de comprar una col rizada y te topas con un paquete local de 4 onzas que cuesta $3.97, pero al lado ves una opción importada que, por dos dólares adicionales, te ofrece 16 onzas. ¿Cuál escoges? Si tienes que alimentar a una familia de cuatro y cuentas con ingresos limitados, tiene más sentido elegir la opción que rinde más por tu dinero. 

En Puerto Rico existe una conciencia sobre los beneficios de la agricultura local, pero los productos locales no son económicamente viables para la mayoría de las familias puertorriqueñas. Alrededor del 50% de las familias puertorriqueñas reciben ayudas del gobierno para la compra de alimentos, según el Compendio de Estadísticas de la  Administración de Desarrollo Socio Económico de la Familia (ADSEF), por lo que no tienen ingresos suficientes para que el grueso de sus compras sean de productos locales. Incluso, para aquellas familias que pueden costear los productos locales, existe una oferta reducida.

Datos de la Oficina de Estadísticas Agrícolas del Departamento de Agricultura indican que cerca del 85% de los alimentos que se consumen en el archipiélago boricua provienen del exterior y que los alimentos locales tienen precios de venta más altos que los importados. ¿A qué se debe la diferencia en precios? ¿Qué se puede hacer para atender este problema? 

Diferencias en los costos de producción

1. Mano de obra

La diferencia en los precios de venta de productos agrícolas se debe a muchas razones. Para comenzar, existen discrepancias en los costos de producción. Por ejemplo, la mano de obra en países que exportan alimentos hacia Puerto Rico es más barata. Tanto así que, en muchas ocasiones, el pago a los trabajadores agrícolas no se acerca al comercio justo o pago justo al trabajador de finca. En muchos países de Latinoamérica, los trabajadores agrícolas reciben, en ocasiones, menos de $2.00 la hora. Puerto Rico, por su parte, tiene que cumplir con un salario mínimo para los trabajadores agrícolas que asciende a $7.25 la hora, según establecido por las leyes federales, lo que aumenta los costos de producción. 

La escasez de trabajadores agrícolas contribuye al problema debido a que, para incentivarlos a trabajar en la finca, se les paga, en ocasiones, por encima del salario mínimo. Algunos agricultores pagan a sus obreros agrícolas el equivalente a $10.00 la hora para que trabajen en la finca, precisamente por la escasez de mano de obra. Esta escasez es tan marcada que incluso se ha tenido que importar mano de obra para que trabaje en la finca.

2. Cumplimientos, licencias y permisos requeridos

Otro de los factores que incide sobre los costos de producción es el cumplimiento con obligaciones patronales y fiscales. Los agricultores en Puerto Rico están obligados por ley a pagar seguro social, seguro por desempleo, seguro obrero (CFSE) y seguro choferil; todo esto encarece los costos de mano de obra en el país. 

Además, existen múltiples regulaciones de índole fiscal, como los permisos de construcción, permisos de usos, planes de manejo de disposición de desperdicios, licencias de vaquerías, licencias de beneficiadores y torrefactores, y otros que encarecen los costos de producción a nivel local.

3. El uso de agroquímicos

El uso de plaguicidas o agroquímicos también incide sobre los costos marginales de producción en la agricultura. Los agricultores puertorriqueños tienen que seguir los reglamentos y leyes de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) asociados al uso de agroquímicos. Para importar alimentos hacia Puerto Rico, también se debe cumplir con estos reglamentos.

En acuerdo con la EPA, el Departamento de Agricultura fiscaliza la distribución y uso de agroquímicos en el archipiélago. Los agroquímicos provenientes del extranjero, para ser utilizados en Puerto Rico, deben cumplir con estas regulaciones. 

En ocasiones, se habla que los productores extranjeros utilizan agroquímicos que localmente son prohibidos y que afectan la producción de alimentos. La presencia de estas sustancias en la producción agrícola  puede explicar la discrepancia en los precios de venta de los alimentos que se observan en el extranjero, en comparación a los precios de los alimentos que se observan en los supermercados en Puerto Rico.

4. Maquinarias costosas y alza en combustible

Muchos agricultores en el archipiélago han optado por mecanizar lo más posible su operación agrícola. Para lograrlo, muchos agricultores compran maquinaria importada, que a su vez debe cumplir con regulaciones federales, como el cumplimiento con el límite de emisiones de gases establecido por la EPA. Esta maquinaria, a menudo, es más costosa; a esto se le añade los costos de combustibles, que son 100% importados debido a que Puerto Rico no cuenta con fuentes de petróleo. Por otro lado, los salarios de los operadores de maquinaria también contribuyen a mayores costos dado que estos sobrepasan los $15 por hora.

5. Importación de alimentos para animales

El costo principal en las empresas pecuarias (de animales) en Puerto Rico es el alimento concentrado. Incluso, puede representar hasta 64% de los costos de producción, y la materia prima utilizada para confeccionarlo no se produce en la Isla. Lamentablemente, en Puerto Rico se depende de la soya, del maíz y de otros ingredientes importados, por lo que estamos sujetos a los precios del mercado mundial para cada materia prima. Esta situación no solo afecta la producción de leche, sino que también impacta los costos de producción de pollos, cerdos, pequeños rumiantes y ganado de carne. 

6. Alzas en temperaturas

Puerto Rico está en una zona caliente, donde se pueden observar las manifestaciones del cambio climático de forma más intensa, según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático. En los últimos años, hemos observado aumentos en la temperatura promedio, lo que afecta la producción agrícola. Por ejemplo, en el sector de la leche, el estrés por calor de las vacas, en Puerto Rico, es mayor que en la mayoría de las regiones de Estados Unidos, lo cual reduce la producción de leche en estos animales. En gran parte, estos factores explican por qué la leche en Puerto Rico tiene precios más altos, en comparación con los precios en Estados Unidos.

7. Producción más pequeña, precios más altos

Otro factor es que el tamaño de las fincas agrícolas en Puerto Rico es relativamente pequeño, comparado con el tamaño de las fincas en países extranjeros. Por ejemplo, Ecuador es 28 veces más grande que Puerto Rico. Colombia, por su parte, tiene una extensión territorial que es 125 veces mayor que la de Puerto Rico. Asimismo, México es 216 veces más grande que Puerto Rico. 

Ciertamente, la escala de producción varía de acuerdo con el tamaño de la finca. Los costos promedios disminuyen cuando la producción es mayor, debido a que los costos se distribuyen entre todos los bienes o productos generados. Por lo tanto, el tamaño de las fincas también trastoca los costos de producción.

8. Altos costos de agua y luz

Los costos asociados a utilidades, como la energía eléctrica y agua potable, son muy elevados en Puerto Rico, y las tarifas agrícolas son más altas aún. De hecho, el costo de la energía eléctrica y agua potable en Puerto Rico es uno de los más altos en Latinoamérica y Estados Unidos.  

Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos, para el 2022, en Puerto Rico, se pagaba en promedio 29.4 centavos por kilovatio hora de energía eléctrica, lo que representaba más del doble del promedio estadounidense, que es de 12.9 centavos por kilovatio. Estos costos reducen las ganancias de los agricultores, obligándolos a vender sus productos a precios más altos. 

A pesar de que algunos agricultores utilizan agua no tratada en la producción agrícola (es decir, no pagan por el agua utilizada), muchos tienen que incurrir en costos energéticos para extraer el agua con bombas eléctricas y, además, cumplir con la Ley de Aguas administrada por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA). De esta manera, se les obliga a adquirir una franquicia de uso de agua.

Los puertorriqueños quieren comer local, pero no lo pueden costear

En Puerto Rico existe un estigma de que hay poca conciencia entre los residentes sobre el consumo de productos locales. Sin embargo, hay datos que contradicen esta aseveración. 

En primer lugar, varios estudios realizados en el Departamento de Economía Agrícola y Sociología Rural de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez (Using choice experiments to estimate the value of differentiated cow’s milk in Puerto Rico; Cafés diferenciados y sus mercados potenciales en Puerto Rico: Un enfoque de valoración económica) han encontrado que los consumidores prefieren los productos locales sobre los importados . Segundo, se han organizado múltiples esfuerzos para promocionar los productos locales. Por ejemplo, el Colegio de Ciencias Agrícolas de la Universidad de Puerto Rico ofrece charlas continuamente, alrededor de Puerto Rico, sobre la importancia económica de consumir localmente y su efecto en la seguridad alimentaria. Por último, entidades privadas han realizado estudios del consumidor, tales como la Radiografía del Consumidor de MIDA y EAT de la Asociación de Restaurantes (ASORE), en la que se evidencia la preferencia por productos locales. Estos estudios han llevado a que el sector privado promocione sus productos, resaltando el efecto de consumir productos locales sobre la economía y sobre las familias. Como parte de estas estrategias, han publicado anuncios en radio y en televisión, han ubicado letreros en góndolas, y hasta han comercializado productos con logos que leen “Hecho en Puerto Rico”, “Del país”, “Cosecha y Crianza de Puerto Rico 100%”, entre otros. En fin, existe evidencia suficiente para concluir que el problema principal no es la falta de conciencia por parte del consumidor.

En realidad, los residentes con bajos ingresos tienen que poner en la balanza consumir localmente o asegurar que el dinero le alcance hasta fin de mes. Irónicamente, la mediana de ingresos del hogar en Puerto Rico es de las más altas en Latinoamérica. Sin embargo, la desigualdad de ingresos es de las más altas a nivel mundial. 

Mientras la desigualdad de ingresos sea elevada, y un porciento significativo de las familias dependa de lo que el gobierno les asigne para alimentos, el consumo local se verá comprometido. Esta disminución en la demanda provee retroalimentación a la producción, en la que se observarán ajustes en los precios de ventas y en la oferta disponible para los consumidores. 

Al comparar a Puerto Rico con Estados Unidos, observamos que los ingresos son más bajos y los productos agrícolas son más costosos, especialmente en proporción a los ingresos de los residentes. En términos relativos, esto altera el ingreso disponible de los consumidores puertorriqueños. 

Es importante entender las diferencias en los sistemas de producción agrícola de cada país y los patrones de compra en este sector. Estos patrones dependen, entre otras cosas, de la educación e ingreso disponible de los consumidores. Es necesario considerar estos factores por igual para poder hacer una compasión más justa de los precios de venta en cada país.

Mientras los productos importados sean menos costosos que los locales, los residentes continuarán con su patrón de consumo, comprando los importados, aun cuando conocen la importancia de consumir productos locales. En consecuencia, los productores en el extranjero tienen mayor demanda por sus productos, motivándolos a seguir enviando productos a Puerto Rico. 

¿Cómo reducir el costo de los productos locales?

Es crucial diseñar políticas agrícolas y públicas orientadas al consumo local, para así conseguir que los precios sean más competitivos. Esto se puede lograr incentivando la agricultura local, creando mejores cadenas de distribución, subsidiando las utilidades, subvencionando investigaciones que mejoren las prácticas agrícolas y que reduzcan los costos de producción, entre otras alternativas. Necesitamos brindarles un alivio económico a los agricultores, para que les sea atractivo continuar con la agricultura, y debemos garantizar estos beneficios para todos los agricultores. 

Este escrito es una extensión más detallada del artículo publicado en El Nuevo Día. Para leer más artículos de economía agrícola o economía ambiental, visita www.hectortavarez.com

El Dr. Héctor Tavárez y la Dra. Myrna Comas son profesores en el Departamento de Economía Agrícola y Sociología Rural de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez.

Dr. Héctor Tavárez

Héctor Tavárez posee un doctorado en Ciencias Ambientales/Economía por la Universidad de Idaho y una maestría en Economía por la Universidad de Puerto Rico en Rio Piedras. Actualmente es Catedrático Asociado en el Departamento de Economía Agrícola y Sociología Rural de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez. Ha trabajado en diferentes temas relacionados al medio ambiente y la agricultura, los cuales incluyen: (1) la valoración económica de los servicios ecosistémicos, oportunidades de recreación y agua para consumo doméstico; (2) los efectos de los cambios de uso de terreno en la agricultura; (3) la disposición a pagar por productos agrícolas diferenciados; y (4) la evaluación económica de prácticas de conservación de suelo en la producción agrícola. Ha sido parte de la junta de directores de la Asociación de Economistas de Puerto Rico (2018-2019; 2021-presente) y de la Sociedad Caribeña de Cultivos Alimenticios (2018-presente). Además, es miembro de la Sociedad Puertorriqueña de Ciencias Agrícolas (2016-presente) y de la Asociación de Científicos de la Estación Experimental Agrícola (2016-presente).

Myrna Comas Pagán

La Dra. Myrna Comas Pagán posee un Bachillerato en Agro-negocios y una Maestría en Economía Agrícola de la Universidad de Puerto Rico del Recinto Universitario de Mayagüez. Su grado Doctoral lo completó en el Recinto de Río Piedras en el Programa de Comercio Internacional. Su Disertación Doctoral se basó en el tema de la Vulnerabilidad de las Cadenas de Suministros de Alimentos, el Cambio Climático y el Desarrollo de Estrategias de Adaptación. Fue becada por el Programa de Economía Ambiental Latinoamericano y del Caribe (LACEEP). Ha publicado y presentado múltiples trabajos sobre seguridad alimentaria, vulnerabilidad de las cadenas de suministros de alimentos, estudios de viabilidad de fincas y agro-negocios, plan para el establecimiento y desarrollo de empresas agrícolas, análisis de ingresos y costos de producción agrícola y estudios de mercadeo de productos agrícolas. Se desempeñó como profesora y especialista en el Departamento de Economía Agrícola del RUM desde el 1990 hasta el 2022 cuando se acogió a los beneficios de jubilación. Del 2013-2016 fue la Secretaria Constitucional del Departamento de Agricultura de Puerto Rico. Su mayor orgullo es ser agricultora donde trabaja junto a su esposo las empresas de ganado de carne, plátanos y calabazas principalmente.

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