Líderes loiceños inauguran un centro de servicios autogestionado para la comunidad

Líderes loiceños inauguran un centro de servicios autogestionado para la comunidad

“Nuestras comunidades están olvidadas y estos proyectos nos conectan”. – Anabela Fuentes, líder del Taller Escuela Pescantil

Un grupo de loiceños del barrio Las Carreras se unió, el pasado sábado, 30 de marzo, para inaugurar un nuevo centro comunitario, autogestionado por la propia comunidad, para brindar clases de pesca a la niñez, talleres de bomba, cuidados a adultos mayores y comida. Lo que antes fue una estructura abandonada sin techo cobró vida aquella tarde, con estampas dibujadas por los niños, vestidos de vejigantes, instrumentos y una comunidad compartiendo arepas con bacalao a la criolla, entre otros manjares. El centro será la sede de tres organizaciones: el Taller Escuela Pescantil (TEP), AMAD, dirigida a los adultos mayores, y la Asociación Cultural de Arte y Música (ACAM). 

Este sueño de tener una escuela pescantil comenzó cuando Anabela Fuentes García notó que los niños iban a la playa a pescar imitando lo que hacían los adultos, detalló la líder comunitaria y cofundadora del TEP. Luego, se formalizó cuando tomaron una capacitación con la organización sin fines de lucro Centro para Emprendedores. Los primeros campamentos confirmaron la necesidad de un espacio donde los niños pudieran coincidir, aprender y preservar la cultura pescantil, al tiempo en que se está rescatando la tradición, gastronomía y artesanías que representan a Loíza. 

“Los niños aprenden las técnicas de cómo sobrevivir ante la resaca, cómo aprender a nadar en mar abierto, cómo poder hacer todas las artes y los deportes que son relativos al mar… Nuestros ancestros tejían sus redes ellos mismos, así que eso es parte… utilizar nuestros ancestros para que nos pasen y nos dejen ese legado”, describió Fuentes García.

El centro incluye una cocina exterior debajo de un techo de zinc, cobijado por la sombra de un árbol de ficus y un quenepo. “La cocina, para mí, es lo más que amo del proyecto”, compartió Miliam Carrasquillo Cuevas, líder de AMAD, una organización que atenderá las necesidades de los adultos mayores. Las letras de AMAD representan las iniciales de cada mujer que fundó la organización. Carrasquillo Cuevas se expresó entusiasmada con tener un espacio que brinde compañía y comida caliente para todo aquel que lo necesite. “Hago esto porque si no amas, no vives”, lee el lema de la organización.

Wilfredo Fuentes, con su organización ACAM, fue el último en unirse al espacio. Aunque en Puerto Rico ha habido un boom de gente tocando bomba, le preocupaba que las personas olvidaran la bomba original, sin la fusión de otros instrumentos como el bajo y la trompeta. Este interés lo llevó a fundar ACAM, cuyo objetivo es impartir clases de danza, música, e incluso de talla de congo y otras artesanías relacionadas a instrumentos musicales. 

“Este espacio significa que ahora tenemos más oportunidades de impactar a más jóvenes en nuestro pueblo. Nuestros niños merecen tener oportunidades. Las artes y la música pueden ser un medio sustentable y pueden vivir de ello”, puntualizó.

Durante su primera fase, el centro comunitario servirá para que el TEP brinde talleres para adiestrar a los participantes en la natación segura y el buceo. De esta manera, podrán obtener sus certificaciones como buzos, explicó Suanette L González Fuentes, hija de Fuentes García. Más adelante, como forma de combatir la inflación y la escasez alimenticia, desarrollarán un huerto comunitario donde proveerán talleres sobre la siembra y cultivo de alimentos. Eventualmente, los frutos de este huerto serán utilizados en el proyecto de cocina comunitaria, el cual tienen como meta futura que esté disponible 24/7. En las palabras de González Fuentes, “todo el que necesite alimento puede darse la vuelta por el espacio, y allí se le garantizará un plato de comida fresca y caliente”. El centro preparará alimentos al menos una o dos veces por semana, para distribuirlos a niños, adultos mayores y personas de bajos recursos. 

La construcción del centro requirió un costo de producción aproximado de $44,842, incluyendo la mano de obra donada. Contaron con el apoyo de una subvención de La Maraña; así como aportaciones de Revista Étnica, quien cubrió los costos de la cocina comunitaria; el Centro para la Reconstrucción del Hábitat (CRH); ProTechos, el Municipio de Loíza y algunos vecinos que fueron sumándose al proyecto, además de todos aquellos quienes realizaron donaciones. 

Durante el día, el espacio será principalmente para los adultos mayores, hasta que la niñez salga de la escuela. Esto permitirá un intercambio intergeneracional, en un espacio idóneo para que los mayores puedan transmitir sus historias y conocimientos a los más jóvenes. “El que esté más fuertecito puede servir como mentor —que es nuestro sueño— que le enseñe de alguna manera cómo cultivar la tierra, cómo pescar, cómo bucear, cómo bailar, cómo tocar el tambor… Es nuestra cultura. Son nuestras raíces”, enfatizó González Fuentes.

El trío de organizaciones busca conectar a la comunidad y ser una fuerza mayor para el bienestar común y colectivo. Son conscientes de que, como dice Fuentes, “involucrando nuestra niñez […] es que se hace patria. Así que esa es mi fe… Enviar el mensaje claro a los adultos de que hay fe y hay esperanza de que podemos tener un país mejor”. Fuentes García puntualizó que su meta es que el proyecto pueda posteriormente ir amplificando a otros sectores, con el fin de que todos los loiceños puedan perseguir sus metas:  “Sentirnos libres; de que todos somos iguales, de que todos podamos tener las mismas oportunidades”.

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