La lucha por la supervivencia de la arte y cultura en Puerto Rico
Artistas colaboran para continuar su obra ante el colapso de las instituciones culturales.
Meses antes de la llegada de la pandemia, Leticia Berdecia, 21, comenzó a tener algunas dudas sobre su identidad: su estatus en Puerto Rico, su trasfondo, y su cuerpo— su piel de un tono ambiguo, casi café, se convierte en el mayor indicio de que viene de un espacio colonizado.
Su trayecto de exploración personal comenzó con una visita a Guadalupe. Junto a dos amigas que viven en el archipiélago caribeño, asistió al carnaval local en el cual miembros de la comunidad caminaron y bailaron por cinco horas— un acto de resistencia para reclamar ese espacio mediante la expresión artística y radical. Cuando Leticia regresó a la casa de sus amigas esa noche estalló en llantos, agobiada por una sensación inarticulable de ausencia en su cuerpo. Sus sentimientos referentes a su identidad no estaban resueltos, pero entre sollozos entendió que quería hacer algo para su país y para todo el Caribe mediante las artes.
Al regresar a su pueblo natal de Cayey, Puerto Rico, lanzó Archivos del Caribe. Aún sin concretar lo que su proyecto iba a ser, Leticia se sentía guiada por el deseo de proveer y promover un espacio cultural para sus hermanes caribeñes. En Instagram, guardó el nombre de usuario “archivosdelcaribe.” Leticia luego me invitó a ser parte del proyecto el cual se convirtió en algo entre una organización comunitaria, un archivo digital y un espacio de exploración de identidad. El proyecto se enfoca en una perspectiva descolonizadora y antiracista mediante fotos que muestran las realidades de las personas negras y afrodescendientes en Puerto Rico—realidades muchas veces ocultas en los libros de historia. El proyecto también consiste de recursos educativos como películas, artículos, lecturas académicas y materiales literarios contemporáneos que hemos escrito buscando negar y reemplazar los modos tradicionales de educación.
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En un archipiélago conocido como la colonia más antigua del mundo, con una crisis financiera causada por la inestabilidad política, desastres naturales, corrupción y sufrimiento individual constante, las artes y cultura se han convertido en una necesidad. Artistas, líderes y organizaciones crean con el propósito de encontrar justicia para elles mismes dentro de su hogar. Puerto Rico, a pesar del sufrimiento, tiene una pasión que la conecta al resto del mundo.
En abril comenzamos a formular ideas y planes, con la mayoría de nuestro contenido solo en Instagram. Buscamos fondos cuando llegó la hora de crear una página web para fomentar nuestro alcance, y fuimos a la agencia gubernamental designada para promover proyectos como el nuestro: el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP). Sin embargo, como muchas organizaciones independientes con falta de apoyo gubernamental, no encontramos nada. La página web del ICP no ofrece información alguna para saber cómo solicitar fondos. Meses después de intentar conectarnos con el ICP u otras oficinas gubernamentales que pudieran proveer apoyo económico, tuvimos que usar nuestros ahorros personales. Como universitarios trabajadores, esto fue un gran sacrificio.
El colapso de las instituciones culturales gubernamentales
El ICP fue fundado en 1955 poco después de que Puerto Rico se convirtiera en un Estado Libre Asociado, nombrado así por el Congreso y el Partido Popular Democratico (PPD) en un intento de opacar la posición colonial en la cual EE. UU. sostiene al territorio. Bajo esta etiqueta, la cual EE. UU. no utiliza, los oficiales puertorriqueños pensaban resolver los conflictos políticos y abrir espacios para la celebración, incluyendo el arte y cultura, aunque fuera desde una perspectiva colonial racista. Parte de la misión del ICP es “investigar, conservar, promover, y divulgar la cultura puertorriqueña en su diversidad y complejidad.”
En la última década, se ha visto una disminución significativa del presupuesto del ICP y otras instituciones culturales en Puerto Rico.
Durante el pasado año, el ICP casi no ha otorgado fondos a las pequeñas iniciativas culturales; o por lo menos no lo han documentado en su página web, dejando que las organizaciones como las nuestras velen por sí mismas. En otra página llamada archivoicp.com publicaron información sobre asistencia para profesionales afectados por la crisis de salud de COVID-19. Esta ayuda no puede ser encontrada en su página gubernamental oficial.
“[El presupuesto del ICP] consiste de un .007% del presupuesto total aprobado para el gobierno - a pesar de todo lo que la cultura nos brinda a nivel de país”, expresó Carlos Ruiz Cortés, el director ejecutivo del ICP, en una vista de transición de gobierno. Ruiz Cortés hizo hincapié de las otras 6 instituciones culturales gubernamentales que presentan un .016% del presupuesto del gobierno.
Esto tiene un efecto en el patrimonio cultural de Puerto Rico. NotiCel reportó que el ICP cerrará el Archivo General y la Biblioteca Nacional para el año 2023.
El estado del ICP refleja la crisis económica de Puerto Rico. Una deuda de más de $74 mil millones ha causado extensos problemas en varias áreas incluyendo los departamentos de educación, salud, recursos naturales y las artes.
Este declinio económico fue perpetuado por el Congreso de los EE. UU. al pasar la ley “PROMESA” en el 2016. Esta ley fue establecida sin el consentimiento de los ciudadanos y estableció una Junta de Control Fiscal para velar el presupuesto del archipiélago. EL ICP ha visto recortes severos bajo la junta impuesta por la ley PROMESA.
El presupuesto para servicios directos disminuyó un 77% en la última década, según un reporte del Dr. Javier J. Hernández Acosta y Cristian Gómez Herazo para Inversión Cultural. Estos servicios incluyen costos de operación, subsidios para conservar, promover y financiar actividades culturales.
Los fondos disponibles que quedan solo son desembolsados bajo criterios estrictos los cuales casi ninguna nueva iniciativa o artista puede cumplir. Los numerosos obstáculos burocráticos colocados frente a les artistas permiten que las agencias gubernamentales ignoren su obligación a las artes durante un momento crucial.
Intereses partidistas sobre la cultura
Las oficinas del ICP están ubicadas en uno de los miles de edificios destruidos por el huracán María en 2017. En el histórico Viejo San Juan, los edificios aparentan estar abandonados, con paredes cubiertas de pintura pelada y techos que gotean al llover—ocurrencia común en el Trópico. Muy pocos empleados caminan por los pasillos. El silencio llena el espacio vacío.
“Hay revistas y otras publicaciones guardadas con hongo, el edificio no está en buenas condiciones, hay muchas complejidades,” dijo Abdiel Segarra, 36, ex-empleado del ICP.
Habiendo trabajado por tres años en el Instituto dijo que debido a “los retos de todas las cosas que han salido mal por mucho años,” la atmósfera no es alentadora.
Segarra explicó que, basado en su experiencia, el ICP si podría crear fondos para les artistas y considerar tener su edificio en condiciones habitables. Sin embargo, es algo dificultoso cuando cada decisión se basa en la política. El ICP, como la mayoría de las instituciones de gobierno, funciona bajo una jerarquía vulnerable. El director suele cambiar cada vez que un nuevo político toma el poder.
“El partido político en poder influye como el ICP se maneja y por eso es inconsistente,” compartió Segarra. “Las agendas políticas nos atropellan y nadie se pregunta: ‘¿por qué no funciona?’”
La ausencia de una visión artística inclusiva resulta en muchas limitaciones e ignora varios puntos de importancia. Les artistas jóvenes ni siquiera están bajo el radar del ICP a menos que sigan los estándares de arte tradicionales, o sea, pinturas y esculturas que puedan interpretarse fácilmente y no retan las injusticias.
“En años recientes, el ICP ha intentado apoyar a los artistas como empresarios,” Segarra dijo, añadiendo que esto no está funcionando. “El trabajo del ICP no es crear empresarios sino generar política artística justa.”
Les artistas esperan que el ICP haga lo que su misión dicta. Sin embargo, nuestra experiencia es que no apoyan a grupos artísticos. “Uno nunca confía en el gobierno. Uno le pide que haga lo que tenga que hacer,” expresó Segarra con la esperanza de ver conversaciones artísticas a la cual el gobierno le preste atención.
La clave es la auto-gestión
“Confío en las iniciativas empezadas por artistas'', dijo Luis Rivera Jiménez, 23, fundador de la Albania Galería, una pequeña e independiente galeria de arte en San Juan.
La galería cambia la noción tradicional sobre donde el arte debe vivir. Ubicada en el segundo piso de una casa, las paredes siguen blancas pero el piso es gris con manchas de pintura. Hay nueve pinturas por el artista local Armig Santos, tres en cada pared y la cuarta en la puerta de entrada. Los lienzos son pequeños con colores oscuros pero con símbolos de la vida cotidiana: un cuchillo, una Adderall, un tubo de pega y una gorra de los Yankees, un símbolo que nos conecta con les puertorriqueñes de la diáspora, especialmente quienes se han mudado a la ciudad de Nueva York.
“[Les creatives] son los que están haciendo el trabajo que se supone que hagan las instituciones. La clave es la autogestión,” añadió el estudiante de historia del arte.
Rivera Jiménez es originalmente de Luquillo, una ciudad playera al este de San Juan, y estudia en la capital en la universidad de Puerto Rico. Como estudiante ha logrado conocer sobre algunas opciones financieras y becas para artistas las cuales solo se pueden descubrir de boca en boca alrededor de San Juan; la información disponible a través de las redes en relación a los criterios de solicitud usualmente son difíciles de encontrar si es que están disponibles.
Aun con algo de conocimiento interno sobre las artes y cultura en Puerto Rico, Rivera Jiménez ha enfrentado dificultades al buscar apoyo para sus ideas, especialmente de parte de las instituciones artísticas establecidas.
“He tenido encuentros en el mundo del arte tradicional que no fueron muy agradables'', dijo Rivera Jiménez al hablar sobre sus experiencias como artista Boricua y Dominicano en una comunidad artística que suele ser blanca y adinerada.
En respuesta fundó un espacio artístico que es “para mi, para ti, para todes”. La Albania Galería nació independientemente, organizada por un grupo de jóvenes artistas que querían romper las restricciones exclusivas tradicionales de las grandes galerías y museos. La galería está ubicada en una casa en Rio Piedras, una comunidad pobre con una mezcla de personas de tercera edad y estudiantes universitarios.
Rivera Jiménez compartió que, junto al ICP, algunos de los museos más prominentes de San Juan constantemente le niegan oportunidades a les artistas jóvenes que retan las costumbres ideológicas del mundo artístico: ese recuadro blanco que contiene mayormente arte que solo representa un punto de vista mundial; el de los hombres mayores provenientes de la clase media alta.
“Hay un privilegio que les permite decidir qué es cultura y que no,” dijo al hablar sobre estos institutos, los cuales, al contrario de su galería, están ubicados en vecindarios gentrificados como Santurce y Miramar en San Juan, lugares que alguna vez pertenecieron a las comunidades inmigrantes.
El acceso del público a recursos acerca de los movimientos de resistencia que ocurrieron antes de la transformación del área es muy limitado. El rol de las artes como herramienta política, la cual niega la gentrificación al igual que las normas de género, el colonialismo, y el racismo, es oculto. Sin embargo, en este escenario independiente, fotógrafos y otros artistas crean sus propios materiales y los comparten, preservando sus verdaderas experiencias vividas en Puerto Rico.
“Si el gobierno viera las artes como cualquier otra industria, serían más receptivos a la idea'', dijo Rivera Jiménez. “Por eso es que hacen falta tantas cosas de parte del ICP.” Si el gobierno no reconoce la diversidad en edades, estilos y conversaciones que el arte ofrece, continuarán sin darle prioridad. Hasta que esto no ocurra, les artistas se verán obligados a crear de forma independiente, haciendo sacrificios y viéndose en ocasiones obligados a mudarse.
Nos sostenemos a través de la colaboración
Enfrentando la falta de apoyo gubernamental e institucional, el movimiento de arte y cultura continúa descubriendo alternativas para sobrevivir. Le ha tocado a les líderes y organizadores preservar las historias de Puerto Rico mediante el arte. Inconformes y autónomos, los colectivos han descubierto que su mejor opción es depender le uno del otro y de las comunidades en las cuales viven y crean.
Organizaciones independientes como Piso Proyecto, Taller Malaquita y Demoliendo Hoteles están haciendo justo eso. En Piso Proyecto utiliza “el arte y la improvisación de movimiento para crear métodos alternativos de relacionar, verbalizar, codificar y encarnar ideas”, según su página web. Durante una década, PISO ha podido sostenerse gracias a la colaboración, cooperación y una economía alterna.
Taller Malaquita es una plataforma dirigida por mujeres en busca de colaboraciones entre artistas visuales, diseñadores y creadores alrededor del Caribe y América Latina. Tuvieron que cerrar su local físico por falta de fondos pero gracias a esfuerzos comunitarios y donaciones pudieron asegurar otro espacio temporero para continuar su labor, el cual incluye artistas residentes.
Demoliendo Hoteles, con quienes tuve la oportunidad de hablar, son una revista literaria con la intención de abrir espacios para autores emergentes. Actualmente su trabajo solo está disponible en línea pero están trabajando para lograr una publicación física.
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“Para Demoliendo Hoteles ni pensando en ir al ICP para apoyo financiero,” relató el editor de la revista. El equipo editorial para esta revista utilizó sus propios ahorros para financiar el proyecto—un privilegio que reconocen no está disponible para la mayoría de las iniciativas artísticas independientes de la Isla.
Uno de los pocos esfuerzos independientes que existen actualmente para apoyar financieramente a les artistas locales es Beta-Local. Legalmente, son una organización sin fines de lucro. En su esencia es un espacio dirigido por artistas que provee todo el apoyo necesario. Los directores Nibia Pastrana Santiago, Michael Linares y Pablo Guardiola quieren simplificar el proceso de recibir asistencia económica para les artistas en Puerto Rico.
“En Beta queremos limitar la cantidad de papeleo. Esto es para que más artistas puedan tener acceso.” Debido al estatus político de Puerto Rico, la falta de un facilitador complica el proceso para solicitar fondos de EE. UU. o en el extranjero. Beta-Local ofrece becas y fondos de emergencia para artistas y organizaciones. Los fondos que otorgan provienen de organizaciones privadas. No reciben apoyo financiero del gobierno federal.
Más allá de la falta de recursos financieros, las prioridades del ICP no están alineadas con lo que les artistas actualmente quieren impulsar como la nueva versión de “puertorriqueñidad” que rechaza el enfoque en el legado de la colonización española.
“Puerto Rico tiene el privilegio de ser un lugar de resistencia por naturaleza. Todas las generaciones han tenido sus propias luchas, pero tenemos algunas en común. No podemos caer en la trampa de que ‘es la culpa del sistema’ porque todos pasamos por eso. Sabemos que el sistema no funciona,” dijo Michael Linares, uno de les directores de Beta-Local mediante una entrevista por Zoom, haciendo referencia a los lapsos generacionales entre nosotres. “Tenemos que regresar al reclamo y a la auto-suficiencia; eso encontramos en los proyectos pequeños, independientes y sólidos.”
De 2014 a 2020, Sofía Gallisá sirvió como la co-directora de Beta-Local. Durante su tiempo ahí, Gallisá notó una necesidad en les artistas de Puerto Rico ya que no encontraban apoyo en otras partes. “Este problema se ve en otras organizaciones” dijo en referencia a las necesidades económicas. “Siempre tuvimos la conversación sobre la falta de acceso que las organizaciones no incorporadas tienen.”
“Eso no significa que Puerto Rico no sea un buen lugar para crear arte,” añadió Gallisá quien es artista. “Sabiendo que el gobierno probablemente no proveerá apoyo financiero, los artistas en la Isla continúan creando y colaborando juntos.”
Desde su perspectiva, al trabajar así, les artistas puertorriqueños demuestran “un compromiso que desafía el capitalismo” al continuar con su labor a pesar de no tener ganancias financieras.
La falta de apoyo gubernamental, a pesar de ser irresponsable e injusto, ha fomentado una cultura de colaboración y resistencia en les artistas boricuas que han decidido seguir sus sueños bajo sus propias condiciones.
Soberanía a través del arte
En Archivos del Caribe continuamos produciendo materiales gratis y accesibles mediante nuestras redes sociales y página web—a cual financiamos y creamos por cuenta propia. Decidimos continuar creando porque desde nuestra organización podemos crear materiales contemporáneos que, al contrario de lo que aprendimos en nuestras clases de historia, nos representan. Desde las personas negras que no nos mostraron en los libros hasta los “Nuyoricans”, incorporamos fotos de todos los municipios, trasfondos económicos, géneros y razas. Creando este espacio nosotres mismes y para personas que se ven como nosotres es un rechazo al sistema. Estamos creando el espacio que no nos han dado.
Muchos otros grupos han creado sus propios espacios artísticos para reclamar sus identidades las cuales hemos sido obligados a ignorar mediante la narrativa inculcada en nuestra niñez. Nuestro sistema de educación nos enseña de manera ritualística que somos una mezcla de tres razas: españoles, africanos y tainos. Esta idea errónea es perpetuada en la educación puertorriqueña para asimilarnos a la blancura. Mientras tanto, nuestres compañeres latinx blancos son invitades a celebrar su negrura mediante la narrativa de las tres razas, las personas negras no podemos decir que somos orgullosos de serlo. En mi escuela privada el pelo rizo se conocía como pelo malo. Mi mamá siempre es inspeccionada por la seguridad en el aeropuerto y sé que no es al azar. Mi abuela dice que su propio cabello es como el pasto debido a su textura.
Hay momentos cuando el racismo no es intencional; viene por parte de siglos de prácticas sociales coloniales, un odio internalizado hacia nuestra propia comunidad. Recientemente, el estatus colonial de la Isla se siente más fuerte porque el gobierno no declara un estado de emergencia por las 37 mujeres que han sido víctimas de feminicidos, incluyendo seis mujeres transgénero, los efectos del huracán María que aún continúan con muchos aun con toldos azules en lugar de techos, los ataques evidentes de Donald Trump a Puerto Rico.
A pesar de que las instituciones nos fallan, decidimos continuar creando como rechazo al abuso. Algunos creamos archivos fotográficos, otros revistas literarias o pinturas. Todo esto ocurre contra el trasfondo de las noticias negativas que consumimos diariamente sobre la corrupción de nuestros líderes políticos, el alza en crímenes contra la mujer y la comunidad transgénero y la incertidumbre del porvenir. Las artes son una manera de crear justicia para nuestras historias y culturas; un paso más hacia liberarnos de las cadenas institucionales. Hemos encontrado poder en compartir el amor, de manera soberana.